El ahogamiento infantil: una amenaza silenciosa
- Lorena Braviz Rodriguez
- 30 may
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Lorena Braviz Rodriguez • 30 Mayo 2025
El reciente fallecimiento de una niña de dos años en una piscina privada en Finestrat (Alicante) y otro menor de 10 años en una piscina en Cádiz pone de manifiesto la urgente necesidad de reforzar las medidas de prevención de ahogamientos infantiles. Estos trágicos sucesos resaltan la importancia de la vigilancia constante y la implementación de estrategias efectivas para evitar que situaciones similares se repitan.
El ahogamiento es una de las principales causas de mortalidad accidental en niños, superando incluso a los accidentes de tráfico. En España, representa el 13% de las muertes por lesiones en menores de 14 años. Lo más alarmante es que la mayoría de estos incidentes ocurren en piscinas privadas y son prevenibles.
¿Cuales son las medidas de prevención que están respaldadas por evidencia científica?
1. Supervisión activa y constante: Los niños deben estar siempre bajo la vigilancia de un adulto cuando se encuentren cerca del agua. La “regla del 10/20” recomienda observar al niño cada 10 segundos y estar a una distancia que permita alcanzarlo en 20 segundos.
2. Vallado de piscinas: Instalar cercas de al menos 1,2 metros de altura alrededor de las piscinas privadas puede reducir significativamente el riesgo de ahogamiento. En Francia, esta medida ha disminuido los ahogamientos en un 75%.
3. Uso de chalecos salvavidas: Los dispositivos inflables como manguitos o flotadores pueden dar una falsa sensación de seguridad y no son recomendados. Es preferible el uso de chalecos salvavidas homologados.
4. Enseñanza de natación: Iniciar clases de natación a partir del año puede disminuir las tasas de ahogamiento. Sin embargo, debo remarcar que estas clases nunca sustituyen la necesidad de supervisión constante.
5. Formación en RCP: Es esencial capacitar a padres, cuidadores y niños mayores en maniobras de reanimación cardiopulmonar. Esto puede marcar la diferencia en situaciones de emergencia.
En conclusión, casos como el de Finestrat o el de Cádiz deben impulsarnos no solo a lamentar, sino a tomar decisiones y promover una cultura real de seguridad acuática en nuestros hogares, comunidades y políticas públicas. Porque detrás de cada dato está una familia rota por algo que pudo haberse evitado. La supervisión constante, la implementación de barreras físicas, el uso de dispositivos de flotación seguros y la educación en seguridad acuática son esenciales para proteger a nuestros niños. Es responsabilidad de todos, desde padres hasta legisladores, garantizar entornos seguros y promover prácticas que prevengan estos lamentables incidentes.









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